Generalmente reservo este tipo de discusiones para los jangueos en La Penúltima con dos spicy margaritas encima. Es el único contexto en el cual lo que voy a decir a continuación no parece absurdo o ridículo, si no quizás una afirmación valiente que merece ser recibida con ternura (¡plis!): necesito aprender a hacer nada. Quizás tú también.
Mis tiempos libres ya no son horas de descanso o convivencia. Ahora son horas y microsegundos para resolver cosas que hacen falta, cocinar porque hay comida en la casa, pensar en la agenda de la semana y tener la contestación perfecta para aquel e-mail pasivo-agresivo que recibiste en el trabajo. Llené mi calendario de compromisos y actividades. Me convertí en una persona con una agenda muy importante como para detenerse por un rato. Me perdí y aprendí que el aburrimiento “es enemigo de la productividad” y que la productividad es síntoma del progreso. Whatever that means.
Hacer nada es difícil. Según Jenny Odell, hacer nada no es inacción, si no la acción necesaria para cultivar el descanso, la creatividad y el pensamiento fuera de los espacios comerciales para la convivencia, el mantenimiento y el cuidado colectivo.
Cuando comencé terapia en el 2021, mi diagnóstico fue uno de ansiedad y depresión. Según la conclusión de dos psicólogas (porque no le creí a la primera): my job was actually making me too sad! Aquí odiamos el capitalismo, pero a la vez ponchaba de 55-60 horas a la semana. Estaba convencida de que mi nómina (sin paga por overtime) era evidencia numérica de mi compromiso con el trabajo y la causa. Mi vida se convirtió en mi empleo y en algún momento perdí cuenta de quién yo era por la falta de práctica. Me vi obligada a empezar de cero, ir despacio y encontrarme. Tres años después todavía me busco, pero I guess it’s cool now because I can blog about it?
Es tan soberanamente algarete como las personas millennials somos simultáneamente la generación más educada y la más subempleada en el mundo (los números de Gen Z aún se están cocinando). Nos dijeron toda la vida que teníamos que ponchar la tarjetita para cumplir en la vida, pero cambiaron las reglas de canjeo a último momento. ¿Sacar buenas notas en la high? Check. ¿Universidad/grado? Check. ¿Carrera? Check. ¿Vida estable en la cual no me están culpando constantemente por destruir la economía? ????. Perdí tanto tiempo estudiando para sacar buenas notas y ahora me dicen que no puedo comprar casa porque le pongo aguacate al pan.
En algún momento dejamos de ser personas para convertirnos en tiempo: tiempo para un segundo o tercer trabajo, tiempo para ‘ganarnos’ una promoción, tiempo para sacar una nueva certificación, tiempo para cerrar aquel proyecto que puede ser el big break. Nuestra productividad es el producto más codiciado porque es tiempo para producir las ganancias que jamás podremos ver, pero que inevitablemente serán disfrutadas por unas pocas personas.
¿Cuándo fue la última vez que te pudiste sentar a hacer nada sin sentir la culpa de poder estar haciendo cualquier otra cosa?
Hacer nada se vuelve un problema. Nos abochorna. Nos sentimos demasiado vulnerables ante la posibilidad de ser expuestas como personas que no hacen nada. Hasta el ‘Are you still watching?’ de Netflix se vuelve acusatorio, como si al algoritmo le avergonzara el concepto de una mujer adulta disfrutando de ocho episodios consecutivos de New Girl.
Si en algún momento te has parado frente a un espejo para ver si aún existes entre todas las otras mil tareas y personas que tienes que ser: no eres tú, es el capitalismo (traté de no tener que escribirlo, pero es más grande que yo, lo siento). Tu necesidad de escapar, de guardarte, de hacer nada – no es egoísmo ni vagancia, sino un intento de auto-preservación en un mundo que exige cada vez más de ti sin nada a cambio. Grábate las palabras de Tricia Hersey en lo que es básicamente mi Biblia y lo que fue mi rescate, Rest is Resistance: A Manifesto, “You are not unworthy. The systems are unworthy”.
Y entonces estoy aquí. En práctica constante de ‘hacer nada’, mientras mis pensamientos intentan recordarme de todo lo que podría estar haciendo y todo lo que podría hacer en mi vida por siempre. Como si sentarme a leer por 20 minutos fuera la diferencia entre ganarme un millón de dólares o descubrir la cura del cáncer (soy comunicadora, btw). Nadie me advirtió que cuando me decían “¡tu juventud son tus mejores días!” se referían específicamente a la posibilidad de jamás nunca poder tomarme un nap sin sentir la ansiedad en la nuca.
Te comparto todo esto mientras lo estoy aprendiendo. En mis mejores días, leo y escribo por horas y cultivo nuevas ideas y experiencias. La idea para perfectamente normal nació precisamente de una sesión en la cual me obligué a escribir por una hora ininterrumpida. En mis peores días, pues, he llegado al nivel de sentarme en mi sala y mover mis ojos rápidamente a través de todas las superficies y decoraciones por quince minutos para no escuchar la culpa de mis pensamientos. Lo que funciona, funciona.
The problem is, you can’t girlboss yourself out of oppression. Tampoco podemos desconectarnos del grid e irnos a vivir en el Yunque (aunque lo pienso todos los días). Lo que nos queda es oponernos activamente. Es, literalmente, reaprender a hacer nada y jalar el freno de emergencia. Ir a caminar con amistades, quedarnos en casa a leer o a descansar, salir a la playa, ocupar el sofá de un familiar, ir a un parque a tomar el sol, sentarse afuera de la casa – hacer nada más que cultivar una experiencia con el único propósito de sentir descanso, convivencia y armonía.
Hacer las pases con recuperar nuestro tiempo es un proceso largo y urgente. En lo que lo afinamos un poco cada día, que esta conversación sea la excusa perfecta para permitirnos esta noche a hacer nada y exactamente lo que necesitamos. ¿Cómo serían nuestros días si rescatáramos nuestros segundos para estar más presentes?
Contigo en crisis,
ale-marie
Acabo de leer esto mientras me senté en el patio a tomarme una copa de vino -obligándome a no sentirme culpable por "desperdiciar" un sábado con una tarde tan bella. Gracias, ale-marie.
A M O.
He ido aprendiendo esto poco a poco.
Btw, estoy loca por leer Rest is Resistance.